Una escena propia es un espacio de encuentro entre directoras escénicas de diferentes provincias de todo el país, con el objetivo de repensar nuestra práctica como directoras, entendiendo que la misma está regida por una idea patriarcal de dirección, así como centralista. Así, nuestro objetivo es deconstruir esta práctica desde una perspectiva de género y político territorial.
HISTORIA
Este encuentro tiene dos instancias previas, ya llevadas a cabo. Un primer retiro, cerrado, en el cual 12 directoras de diferentes provincias, autogestivamente, comenzaron a juntarse para pensar las problemáticas señaladas. De este primer encuentro se organizó el segundo, desarrollado en la ciudad de Córdoba los días 25, 26 y 27 de Mayo, participando 70 directoras de distintas regiones del país. En el mismo, se definió colectivamente la forma y contenido del tercer encuentro, a realizarse los días 17, 18 y 19 de noviembre, con el interés de seguir discutiendo y profundizar en estos ejes. Está destinado a directoras de todo el país, con trayectoria o en formación.
FUNDAMENTACIÓN
La historia del teatro, como la mayoría de las prácticas culturales, está construida sobre la regencia de un relato masculino. Este trae consigo unos determinados modos de hacer, pensar y sentir la escena social y teatral, arrastrados desde muy lejos y desde hace mucho tiempo. Dejando abierto por ahora qué significa “lo masculino” y “lo femenino”, sabemos que el constructo cultural puso al primero a dominar/sujetar a lo segundo, centralizando en el hombre un tipo de subjetividad con la que se nombra el mundo y se lo fabrica a su medida. Como ya nos han enseñado las teorías de género lo masculino no es propiedad de un sexo. Hablamos de lo masculino como un constructo socio-cultural que identifica al varón con ciertos discursos y dispositivos de producción que configura el régimen sensible del sistema patriarcal vigente.
Y si de (de)construcciones de hegemonías se trata, ¿cómo funciona la lógica masculina en el dispositivo político que centraliza el poder material y simbólico en la Capital Federal? ¿Cómo emancipar nuestras prácticas de las condiciones que nos pone el centro, donde se legitiman reglas de juego, discursos y criterios que rigen como norma y tienden a invisibilizar lo que allí no entra? Nos urge pensar y descubrir cómo abrir nuestras escenas y pensamientos hacia nuevos territorios por fuera de la dominancia del varón y de la Capital -dos formas diferentes de concentrar el poder y legislar desde la desigualdad y el olvido de la diferencia y singularidad-.
Si históricamente el varón tuvo más derechos sobre el teatro que la mujer, el rol de la dirección parece ser la quintaesencia del mandato del hombre: ligado a la figura del líder (quien señala una dirección para guiar a lxs demás), del político (quien sabe hablar al colectivo y representarlo), del intelectual (el que sabe más que los actores, las actrices y técnicxs), del arquitecto o capataz (quien diseña el plan general y controla que se lleve a cabo). El rol de dirección ha sido construido histórica y culturalmente de manera funcional al paradigma verticalista de dominación de unxs (llamados a ser impares) sobre otrxs (el colectivo de comunes, o bien, la comunidad). La tradición nos dice que la dirección teatral es varón, de lo que se sigue que la dirección escénica es el rol de la detentación del poder y de la asimetría política.
Asimismo, existen otros relatos y modos de dirigir que se fugan de esa lógica mayoritaria y nos proponen pensar nuestras prácticas desde nuevos ángulos para ser emancipadas. Pero para encontrar las vías de emancipación primero nos toca preguntar e identificar cómo se dan las formas del poder en el corazón de la dirección regida por la tradición masculina, como también visualizar la ‘forma formante’ que genera el poder concentrado en la Capital -con su acumulación de medios y recursos-. Si algo nos vienen enseñando los movimientos feministas es que la concentración del poder legisla construyendo categorías de verdad. Sin embargo, no hay categoría que se resista al pensamiento crítico y la asociación cooperativa.
Nos surgen algunas preguntas concretas: ¿Qué pasaría si empezamos a construir escenarios para las diferencias y disidencias? ¿Cómo vivir nuestras prácticas por fuera de la dominancia del varón y de la Capital? ¿Quién/es legisla/n y validan, premian, editan, hacen circular las producciones en los territorios de nuestras prácticas? ¿La perspectiva de género, que abre espacios desde 1986, con los encuentros nacionales de mujeres y que cobra gran impulso y visibilidad social a partir de 2015 con el movimiento ni una menos instala esta mirada en la sociedad? ¿Qué pasa en el campo teatral?, ¿se escucha o se niega este cambio de paradigma? ¿Hay que disputar esos lugares o construir por fuera? ¿O ambas cosas y con qué estrategias? ¿Cómo crear espacios de intercambio de prácticas y discursos diversos e inclusivos ¿Cómo alimentar redes cooperativas alter-nativas de circulación y exposición?
¿Cómo cronicarnos y generar nuestros relatos divergentes – con nuestras voces-? ¿Cómo hacer crecer encuentros diversos en tensión con un sistema que nos expulsa? ¿Hay omisión de las voces femeninas en las programaciones oficiales, los premios, las bibliografías?, ¿qué pasa en particular con la dirección y dramaturgia? ¿Omisión de las voces femeninas es equivalente a misoginia?, ¿se trata de una diferencia o de una cuestión de grados? ¿El humor que enmascara viejas prácticas misóginas tiene lugar en el teatro contemporáneo alter-nativo o independiente?, ¿sería un momento oportuno para señalarlo como ya ocurre en la televisión? ¿o aceptamos que el arte es irreverente y puede no vibrar con los movimientos sociales?
¿Somos un colectivo o un movimiento?, ¿cómo empezamos a visualizarnos?, ¿estamos construyendo una red? y ¿un pensamiento sobre el teatro?
Creemos que son tiempos críticos que nos impulsan a imaginar y practicar nuevos escenarios, roles y sujetxs creativxs. Pensamos que es necesario dar lugar a nuevas subjetividades y construcciones colectivas que liberen las prácticas grupales y artísticas de lógicas dominantes naturalizadas.
Nuestro espacio, “Una escena propia. Encuentro de directoras provincianas”, hace pié en esa descentralidad que nos interesa y propone vías de resignificación del provincianismo, históricamente descalificado por el discurso legitimado. Una Escena Propia, quiere ser un proceso en constante movimiento, un encuentro de diferencias que en la cooperación encuentre potencias de arrastre, una trama intelectual y afectiva que nos vincule para habilitar nuevas posibilidades individuales y colectivas.
El Encuentro de noviembre, tal como los realizados en febrero y mayo, se llevan a cabo autogestivamente, teniendo un carácter cooperativo y solidario. Cada participante se gestiona los medios para participar, a la vez que, desde la organización y entre todas, colaboramos con los recursos que consigamos.
En caso de no recaudar el 100% de nuestro objetivo económico haremos lo siguiente:
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Con el 10%
El 10% estará destinado para aportar a las salas/espacios que nos ceden sus lugares para las actividades, cubriendo gastos mínimos de luz, limpieza, gas, etc. Sabemos que los espacios culturales están teniendo muchas dificultades para cubrir sus gastos, así que es importante que podamos retribuir con dinero.
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Con el 25%
Si recaudamos el 25%, será también para aportar a las salas / espacios con mayor solvencia; cubriendo gastos mínimos de luz, limpieza, gas, etc. Sabemos que los espacios culturales están teniendo muchas dificultades para cubrir sus gastos, así que es importante que podamos retribuir con dinero.
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Con el 50%
Si recaudamos el 50%, se destinará a: 25% a las salas, como ya mencionamos; 25% se distribuirá para gastos de movilidad de aquellas directoras que no logren reunir el dinero para viajar a la ciudad de Córdoba. Este dinero se distribuirá de manera acordada y consensuada por la Comisión Organizadora.
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Con el 75%
Si recaudamos el 75%, se destinará a: 25% a las salas, como ya mencionamos; 25% se distribuirá para gastos de movilidad de aquellas directoras que no logren reunir el dinero para viajar a la ciudad de Córdoba. Este dinero se distribuirá de manera acordada y consensuada por la Comisión Organizadora. Y el 25% restante se destinará a gastos de documentación y registro del Encuentro.